Alejandría

Le Metropole - Windsor Palace - Steigenberger Cécil Hotel

Hoteles en Alejandría - Sunt Viajes Egipto

Alejandría

Le Metropole - Windsor Palace - Steigenberger Cécil Hotel

Hoteles en Alejandría

  • LE METROPOLE ALEXANDRIA ****
  • PARADISE INN WINDSOR PALACE ****
  • STEIGENBERGER CÉCIL HOTEL ****

 

LE METROPOLE ALEXANDRIA ****

52 Saad Zaghloul St., Alejandría.

Le Metropole Hotel ocupa un edificio del siglo XVIII con una decoración clásica y unas vistas impresionantes del Mediterráneo. Las habitaciones del Metrople Hotel están decoradas con tejidos de lujo e incluyen conexión Wi-Fi gratuita, aire acondicionado, TV vía satélite y prensa diaria.

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Con sus puertas en Midan Ramla, el Trianon era uno de los establecimientos favoritos del poeta Cavafis, que trabajaba en unas oficinas sobre el café (actualmente Le Metropole Hotel).

Lonely Planet

 

 

 

Desde su fundación por Alejandro Magno en 331 a.C. hasta bien entrada la época romana, Alejandría fue la ciudad más dinámica y próspera del Mediterráneo, centro político, cultural y económico al mismo tiempo.

Cuenta la tradición que el mismo Alejandro Magno, tras elegir el lugar donde debía levantarse la capital del Egipto helenístico, diseñó su trazado urbano, con el asesoramiento del arquitecto Dinócrates de Rodas. La planta de la ciudad seguía el modelo hipodámico, consistente en un damero de grandes calles rectas. Las principales eran la avenida de Canopo y la del Soma, que la cruzaba perpendicularmente. Se construyeron asimismo dos puertos: el Gran Puerto, al este, y el Eunostos, (“puerto del buen regreso”), al oeste, donde anclaba la flota de guerra. Ambos estaban separados por el Heptastadio, un gran dique de 1,5 kilómetros de longitud que unía la ciudad con la isla de Faros.

Bajo la dinastía ptolemaica, la ciudad se pobló de monumentos célebres: el Faro, el Palacio Real, el Gimnasio, el Museo (con su Biblioteca), el Serapeo, las Tumbas Regias… Pero, sobre todo, Alejandría se convirtió en una auténtica megalópolis, con hasta 300.000 habitantes según algunos autores, entre griegos, egipcios, esclavos y otras comunidades extranjeras.

Historia National Geographic

 

PARADISE INN WINDSOR PALACE ****

17 El-Shohada Street, Ramla Station, Alejandría.

Otra de las instituciones de Alejandría con solera. El Windsor Palace Hotel fue construido en 1907. Comprado por Paradise Inn a finales de la década de 1990 y objeto de una necesaria renovación. Afortunadamente, los antiguos ascensores, que son maravillosos, se han conservado. Las habitaciones más caras cuentan con excelentes vistas al mar.

Lonely Planet

Este histórico hotel de 4 estrellas data de principios del siglo XX. Los huéspedes pueden degustar el desayuno en la terraza de la azotea, con vistas al paseo marítimo. Las elegantes habitaciones del Windsor Palace Hotel incluyen techos altos decorados a mano. Todas las habitaciones cuentan con balcón.

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En la ladera de una colina, no muy lejos de las ruinas del Serapeión, se halla la entrada a las catacumbas de Kom Al-Suqafa (árabe, “montículo de restos”), el complejo mayor y más importante de tumbas de la época romana en Egipto. Las catacumbas, cuyos elementos decorativos se inscriben en el estilo híbrido egipcio-romano, se descubrieron en 1900 y constan de tres pisos superpuestos excavados en la roca (el piso inferior está amenazado por las aguas freáticas). Es muy probable que pertenecieran a una comunidad religiosa no cristiana, responsable de la construcción del complejo central en el siglo I.

Una escalera de caracol conduce desde la entrada hacia abajo. Al llegar al primer piso, con su rotonda central, aparece a la izquierda el triclinio: se trata de una estancia espaciosa, con amplios lechos, en la que se celebraban las exequias. A través de una segunda escalera situada en el eje se accede a la capilla funeraria y a un pequeño vestíbulo, cuya fachada posee un frontón plano sustentado por dos columnas, ambas con motivos vegetales. La entrada a la capilla funeraria está flanqueada por dos serpientes imponentes, sobre las cuales se observa un escudo con cabeza de Medusa. Estos dos reptiles representan a Agathos Daimon, el dios protector de Alejandría.

“Arte y Arquitectura. Egipto”
Matthias Seidel & Regine Schulz

 

 

STEIGENBERGER CÉCIL HOTEL ****

16 Saad Zagloul Square, Ramla Station.

El Steigenberger Cecil Hotel ofrece vistas a la bahía y presenta arquitectura y diseño elegantes de las primeras etapas del modernismo. Las habitaciones del Cecil Hotel son amplias y tienen cama doble, lámparas de araña y suelos de moqueta. Los restaurantes del hotel gozan de mucho prestigio. El Cecil Hotel ofrece servicio impecable y mucha atención al detalle. El hotel goza de una ubicación excelente en el centro de Alejandría.

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El Cecil Hotel fue construido en 1929 como un hotel romántico, en la plaza de Saad Zaghloul, donde estuvieron las famosas Agujas de Cleopatra, frente a La Corniche. El escritor Somerset Maugham y el político Winston Churchill se alojaron allí. Además, el Servicio Secreto Británico mantuvo una suite para sus operaciones.

En el hotel tienen lugar algunas de las escenas de la novela El Cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, y la novela Miramar de Naguib Mahfouz.

Wikipedia

 

 

 

La nueva Biblioteca de Alejandría, una impresionante obra arquitectónica del siglo XXI, que combina la alta tecnología con el recuerdo glorioso de la antigua capital ptolemaica, es la mayor y más avanzada del mundo árabe.

El centro tiene un precedente imponente. La gran biblioteca original, fundada a principio del siglo III a.C., poco después que la propia ciudad, seguramente fue el logro más atractivo de Alejandría. Albergó medio millón de textos y formaba parte de una institución mayor llamada Mouseion o “casa de las musas”, precursora de las universidades actuales. Aquí, en Alejandría, los sabios midieron cuidadosamente y por primera vez la circunferencia de la tierra, dibujaron mapas de estrellas y planetas, y diseccionaron cadáveres para descubrir el sistema nervioso central.

En el suelo del vestíbulo hay mosaicos descubiertos mientras se excababan los cimientos. En el interior, desde una galería acristalada se ve la sala de lectura con diez niveles de terrazas que bajan en cascada.

National Geographic

Galería de Fotos Alejandría

 

El Faro de Alejandría

La construcción de este “segundo sol” comenzó hacia el 297 a.C., y duró unos quince años. No era la primera torre luminosa que se había erigido en el mundo griego, pero sí, ciertamente, la más grande y ambiciosa. Sería la que iba a representar por antonomasia a todas las demás, puesto que Faros, el islote situado frente a Alejandría, se convirtió en un sustantivo. Pharus, faro…

Esa costa no dejaba de resultar peligrosa. Los navíos debían ser guiados desde bastante distancia para evitar que chocaran contra los escollos escondidos bajo las aguas. A falta de alturas de relieve, no pudo instalarse la torre sobre ninguna montaña o ladera: fue necesario levantarla piedra a piedra. Pero si se le quiso dar un aspecto magnífico y ciento treinta y cinco metros de altura fue, también, con el fin de sobrecoger el ánimo de quienes la vieran, tal como ha explicado de manera soberbia E. M. Forster en Pharos and Pharillon (1923): “La presencia de un faro era una necesidad… Pero puede uno preguntarse si sus constructores se dejaron llevar al mismo tiempo por una divina locura, si no adornaron deliberadamente su obra dejándose llevar por las alas de la poesía, pretendiendo de esta manera ofrecer al mundo otra nueva maravilla. En todo caso lo lograron, y las artes y las ciencias unieron sus voces en señal de celebración del triunfo. Del mismo modo en que se había identificado Atenas con el Partenón y en que luego se identificaría Roma con San Pedro, en la imaginación de sus contemporáneos el Faro se convirtió en Alejandría y Alejandría en el Faro. Nunca antes, en la historia de la arquitectura, una edificación civil había sido hasta ese punto admirada, nunca había adquirido, como ese Faro, vida espiritual propia. Emitía señales no sólo a los navíos, sino también a lo imaginario, y mucho tiempo después de que su luz se extinguiera el recuerdo de su resplandor siguió brillando todavía en el espíritu de los hombres”.

Para poderse uno hacer una idea del monumento, cabe retroceder a los relatos -contradictorios- de los viajeros griegos, romanos y árabes y examinar las antiguas monedas. El Faro estaba al parecer construido en piedra calcárea blanca y granito de Asuán. Rodeado de un poderoso recinto amurallado que lo ponía a resguardo de las olas, contaba con tres niveles superpuestos de altura decreciente: un piso cuadrangular, luego otro octogonal y por último uno cilíndrico, coronado éste por una estatua de Zeus. Algunas mezquitas de El Cairo recuerdan extrañamente a esta triple estructura. El fuego que ardía en la cima del Faro podía verse por la noche desde unos cincuenta kilómetros. El combustible era transportado a lomos de burros o de mulas, que subían por una rampa en espiral. Para guiar a los navegantes cuando había niebla, se soplaba por unas grandes trompas de bronce, instaladas en cada uno de los ángulos de la primera terraza.

Muchos escritores de la Antigüedad hacen referencia a cierta inscripción grabada en el Faro. Curiosamente, hablaba del arquitecto, Sóstrates de Cnidas, y no del soberano que reinaba en aquel entonces. Se ha supuesto que el arquitecto debió de servirse de cierto artificio para eliminar los nombres de Tolomeo y de su esposa: éstos estaban escritos en una capa de cal que no podía tardar en desaparecer para ser pronto sustituidos por su propio nombre, sólidamente inscrito más abajo, en la piedra… Sóstrates fue también honrado con un hermoso epigrama compuesto por el poeta macedonio Posídipo de Pela y dirigido a Proteo, “el anciano de los mares”, quien según la mitología griega habitaba en la isla de Faros.

A partir del siglo IV, la obra de Sóstrates se vio afectada por diversos seísmos. Fue necesario consolidar su estructura y reconstruir algunas de sus partes. El sultán Ibn Tulún aprovechó una de tales reparaciones para instalar un pequeño lugar de oración. Ésta iba a ser la mezquita más alta del mundo… Pero en 1349, según explicaba el viajero árabe Ibn Batuta, el Faro ya no era más que un conjunto de ruinas inaccesibles. Algo más de un siglo después, el sultán Qaitbay se sirvió de sus restos para edificar una fortaleza, que en la actualidad es el monumento más visitado de Alejandría.

En el mar, no lejos de esa fortaleza, Jean-Yves Empereur y su equipo de buceadores han descubierto numerosos bloques de piedra, de los cuales algunos necesariamente debieron de pertenecer al Faro. Este tesoro submarino comprende fragmentos de dos estatuas de tamaño colosal -del faraón Tolomeo y de su esposa, representada a manera de Isis- que estaban erigidas a los pies de esa fabulosa linterna mágica.

Diccionario del Amante de Egipto” (2001). Robert Solé

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