VIAJES A MEDIDA

Viajes a Medida

En todos nuestros viajes es posible hacer todos los cambios y ajustes que os apetezcan, hoteles, visitas, fechas, duración del viaje...

Además de los viajes que os ofrecemos, podéis programar vuestro propio viaje adaptando los itinerarios, fechas, visitas, categoría de los hoteles… en función de vuestros gustos y preferencias. Para ello es importante que os pongáis en contacto con nosotros con la mayor antelación posible.

 

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SUGERENCIAS SUNT VIAJES EGIPTO

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  • Navegación en Veleros / Falucas, Sandals y Dahabeyyas
  • Rutas en 4×4 / Oasis Occidentales y Oasis de Siwa

 

 

Viajes a Medida NAVEGACIÓN EN VELEROS

 

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Mapa Veleros

 

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Además de nuestros cruceros, os ofrecemos una forma distinta de navegar por el Nilo. La navegación en veleros privados (entre Esna y Asuán) permite elegir los días de navegación, número de personas por embarcación, visitas (templo de Esna, templo de Edfu, Gebel Silsila -espeos de Horemheb-, templo de Kom Ombo), paradas a lo largo del río, etc.

De esta forma es posible disfrutar de la navegación (siempre de día), así como del trato con la tripulación egipcia y apreciar la belleza del Nilo sin prisas, sin horarios rígidos

 

FALUCAS

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¿Alguien se imagina el Nilo sin esos grandes navíos blancos, flotando sobre el oleaje? Las falúas surcan el río desde tiempos inmemoriales. Esos barcos de casco casi plano e inmensas velas han sobrevivido a los asaltos de la tecnología. Al igual que ayer siguen sometidos a los caprichos del viento y continúan tomándose el tiempo necesario.

Felouque (“falúa”) proviene, al parecer, del español “faluca”, ella misma una palabra derivada del árabe folk (barco).

En Egipto el viento sopla siempre de norte a sur, mientras que el Nilo discurre de sur a norte. Remontan, por lo tanto, hacia el Alto Egipto con las velas desplegadas, y si han de ir en dirección contraria, se dejan llevar por la corriente. Pero el río tiene también sus curvas, que es preciso saber sortear. La vela debe ser reemplazada en ocasiones por los remos o por la sirga. Maxime Du Champ pudo experimentarlo en el curso de su viaje con Flaubert: “Cuando el río está tan alto que las pértigas no llegan al fondo, los marineros se lanzan al agua nadando con una cuerda entre los dientes, y reunidos en la orilla tiran del largo cable atado al mástil de la embarcación puestos en fila; luego la arrastran a la sirga. Lentamente se va avanzando de esta forma contra la corriente y el viento”.

Lo mismo se hacía en la Antigüedad. Los barcos más utilizados apenas se diferenciaban de las falúas de la actualidad, aunque sus velas eran cuadrangulares. Ciertamente, estas sólidas embarcaciones podían transportar enormes cargas – los obeliscos o las piedras de las pirámides o de los templos -; estaban construidas con madera de sicomoro local o de cedro libanés. De octubre a marzo, cuando las aguas alcanzaban el nivel adecuado, entre la crecida y el estiaje, el Nilo se cubría de todo tipo de embarcaciones que transportaban viajeros, peregrinos y mercancías.

Todavía ahora, las falúas resultan ser el medio de locomoción y transporte más barato, aunque no el más veloz. Contemplémoslas, cargadas a más no poder – de hombres, mujeres, niños, gallinas, cabras, borregos, bloques de piedra, sacos de grano –, dejándose llevar a tenor de la corriente. O de otro modo, con sus velas hinchadas, iluminadas por el sol, remontando las aguas con gallardía. Cuando el viento se cansa de soplar, cuando las aguas parecen estancadas, ellas se rezagan hasta quedar casi inmóviles en medio del río, debiendo entonces hacer gala de una resignación característicamente egipcia.

Diccionario del Amante de Egipto” (2001). Robert Solé

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SANDALS

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Dichosos los viajeros del Nilo que pueden iniciar la travesía con una buena brisa en una tarde luminosa. El buen barco surca las aguas con suavidad y estabilidad. Los palacetes de la orilla y los jardines se deslizan a nuestro lado y quedan atrás [..]. Nos sentamos en la cubierta superior, que está amueblada con sillones, mesas y alfombras extranjeras, como una sala de estar al aire libre, y disfrutamos de las vistas. Aquí el valle es ancho y las orillas son planas, mostrando una profunda margen de barro de aluvión al lado del agua. Largas franjas de plantaciones de palmeras, cultivos de maíz joven, asomando apenas una pulgada o dos del suelo, y grupos de cabañas de barro interrumpidos por alguna pequeña cúpula encalada o un minarete, se suceden a ambos lados del río, mientras el horizonte está limitado a derecha e izquierda por largas cadenas montañosas de caliza amarilla, en cuyos pliegues duermen inexpresivamente suaves sombras violeta pálido y azul.

Así transcurren las millas […].

«Mil millas Nilo arriba» (Traducción y prólogo de Rosa Pujol)
Amelia B. Edwards (Londres 1831 – Westbury-On-Trym 1892)

 

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DAHABEYYAS

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Así agoniza el día, y las colinas siguen con nosotros todo el camino -ahora quebrándose en pequeños valles laterales y culs-de-sac en los que anidan grupos de cabañas y verdes parcelas cultivadas de altramuz; luego sumergiéndose directamente en el río; y más tarde volviendo a tierra firme y dejando espacio para una franja de suelo cultivado rodeado de palmeras. Poco a poco llega la puesta de sol, cuando las sombras que se proyectan en los huecos de las colinas se vuelven violeta intenso; y la cara de las rocas brilla como el oro viejo; y las palmeras de la orilla oeste se recortan como bronce puro contra un horizonte carmesí. Entonces el sol cae, e instantáneamente toda la cadena de colinas toma un color verde grisáceo y apagado. Mientras el cielo encima y detrás de ellas se tiñe súbitamente de rosa […].

Esta es la puesta de sol que vemos esta tarde según nos aproximamos a Minia; […] Es muy bella, muy tranquila, tiene una luz maravillosa y las más sutiles tonalidades […].

(…) nunca nos cansábamos de este cielo inmaculado, sino que tarde tras tarde encontrábamos en él frescas profundidades de belleza y reposo.

«Mil millas Nilo arriba» (Traducción y prólogo de Rosa Pujol)
Amelia B. Edwards (Londres 1831 – Westbury-On-Trym 1892)

 

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Viajes a Medida RUTAS EN 4×4

 

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Mapa Rutas en 4x4

 

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(…) un rosario de bienaventuradas islas que se desgranan a unos doscientos kilómetros del valle del Nilo. Se trata de una serie de enormes ondonadas, contando cada una de ellas con alguna particularidad: pueden mantener todavía un carácter un tanto berebere, como Siwa “la lejana”; o estar muy pobladas, como Dakhla; o por el contrario estar casi vacías, como Farafra, la blanca; o también rodeadas de acantilados rocosos, como Bahareya…

Estas auténticas herederas de una civilización de la arena no dejan de ser porciones de Egipto, en las cuales perviven aún las costumbres tradicionales del valle. Incluso fuera de los límites de los oasis, el desierto egipcio está poblado por numerosos animales (chacales, águilas, gavilanes, halcones, serpientes, lagartos…); cuenta también con monasterios, ruinas de fortificaciones romanas, restos de templos tolemaicos, necrópolis antiguas. Los egiptólogos no han descubierto todavía todos los tesoros que oculta, al igual que los geólogos y los ingenieros. El desierto egipcio es una mina inacabable.

“Diccionario del Amante de Egipto” (2001). Robert Solé

Viajar en vehículos 4×4 permite adentrarse en el fascinante desierto de Egipto. Desde el oasis de Siwa, en el desierto Líbico, hasta el oasis de Jarga, trescientos kilómetros al oeste de Luxor, el desierto egipcio ofrece una maravillosa variedad de oasis, pueblos y paisajes espectaculares.

Las rutas incluyen tanto el oasis de Siwa como los oasis Occidentales (Bahariya, Farafra, Dajla y Jarga), pudiendo elegir, según vuestras preferencias, el número de personas por vehículo así como las noches en el desierto y los lugares de acampada; el Gran Mar de Arena (Siwa), el desierto Blanco (Farafra), desierto de dunas, en los alrededores del templo de Deir Al Haggar, y montes de Al-Qasr (Dajla), el desierto Negro (Bahariya)…

 

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Jean-François Champollion y los Jeroglíficos

La escritura de los antiguos egipcios ha fascinado siempre a la humanidad. La forma y la variedad de los signos dieron pie durante mucho tiempo a diversas tentativas de interpretación, después de que su significado cayera en el olvido tras la clausura del último templo del antiguo Egipto en los siglos V-VI d.C. Los primeros intentos de descifrar la escritura jeroglífica fracasaron por el error fundamental de que todos los signos tenían un significado sagrado. El filósofo griego Plotino (siglo III d.C.), por ejemplo, pensaba que los jeroglíficos expresaban un concepto complejo, y el jesuita Athanasius Kircher (1602 – 1680) decía que se trataba de símbolos que “permiten transmitir (…) grandes ideas y profundos misterios”.

La situación cambió radicalmente tras el hallazgo en 1799 de una piedra con inscripciones en la localidad de Rosetta, al este de Alejandría. La piedra en cuestión, que se conserva en el Museo Británico de Londres, contenía la transcripción de un decreto sacerdotal del noveno año del reinado de Ptolomeo V (196 a.C.) en escritura jeroglífica, demótica (escritura egipcia simplificada) y griega. El texto griego era perfectamente legible y comprensible, por lo que se trató de descifrar las escrituras jeroglífica y demótica comparando los nombres de lugares y personas. El inglés Thomas Young, el sueco David Akerblad y el francés Silvestre de Sacy se enzarzaron en una reñida competición por descifrar los jeroglíficos. Pero finalmente fue Jean-François Champollion (1790 – 1832) quién desentrañó el problema. Champollion se sentía subyugado por Egipto desde que era un niño, y a los 13 años comenzó a estudiar diversas lenguas orientales, además de griego y latín. Más tarde se dedicó al estudio del copto, la última variante lingüística del egipcio antiguo. Con tan sólo 19 años, fue nombrado profesor suplente de Historia Antigua en Grenoble, pero tuvo que renunciar al cargo poco despúes por motivos políticos. En 1821 visitó en París a su hermano mayor, que trabajaba como secretario particular del filólogo clásico Bon Joseph Dacier. Allí se consagró al estudio de la piedra de Rosetta y acabó por encontrar la clave para descifrar la estructura elemental de la escritura jeroglífica, o lo que es lo mismo, descubrió que se trataba de una combinación de signos fonéticos y semánticos. El 27 de Septiembre de 1822 informó del éxito de sus primeros intentos por descifrar la escritura jeroglífica en una carta a monsieur Dacier. La grafía del nombre del rey Ptolomeo, resaltada en el texto jeroglífico mediante un marco orbicular denominado cartucho, le permitió averiguar los primeros valores fonéticos del alfabeto. Al transferir el valor fonético de los signos griegos a los jeroglíficos, logró hallar su significado. A continuación comprobó el método en los nombres de otros reyes y reinas ptolemaicos y romanos. Una vez descubierta la clave, Champollion pudo leer y entender otros textos, en parte gracias a su dominio del copto. Procuró abarcar la mayor cantidad posible de textos escritos, y en 1824 obtuvo el permiso necesario para estudiar los objetos egipcios de la colección Drovetti de Turín (hoy Museo Egipcio). En 1828 – 1829 se desplazó a Egipto y a Nubia con un equipo de dibujantes y copió todas las inscripciones que le fue posible, para que su lectura convenciera incluso a los más escépticos.

A pesar de que la lengua egipcia evolucionó considerablemente a lo largo de los milenios, se puede apreciar una continuidad en el vocabulario y en determinadas estructuras gramaticales. En la actualidad se distinguen cinco variantes idiomáticas, imbricadas en el tiempo: egipcio antiguo y medio, egipcio nuevo, demótico y copto. Los testimonios escritos más antiguos se remontan hasta las postrimerías del IV milenio a.C., y la variante más moderna, el copto, se ha conservado en el seno de la iglesia ortodoxa egipcia hasta nuestros días.

Existen dos formas de escritura ya desde los tiempos del Imperio Antiguo: la jeroglífica y la hierática. Esta última forma se empleaba sobre todo en la administración y se podía trazar con junco y tinta china sobre los soportes más diversos. Para poder ganar velocidad en la escritura, los signos jeroglíficos se simplificaron de forma significativa o bien se unieron en las denominadas ligaduras. En el ámbito religioso y representativo se empleaba la escritura jeroglífica, cuyos signos se esculpían o se grababan en piedra, tanto en relieve como en hueco.

El sistema de escritura del antiguo Egipto está integrado por una combinación de signos fonéticos e ideográficos. Las imágenes más frecuentes son las de los denominados signos consonánticos aislados, que forman una especie de alfabeto. Además, hay signos de dos y tres consonantes que pueden ir acompañados de signos consonánticos aislados para facilitar su lectura. Al final de casi todos los verbos y sustantivos figuran signos ideográficos que subrayan la esencia del concepto. De este modo, los verbos que expresan movimiento pueden ser determinados con el símbolo de “la pierna que corre”, los nombres con una “mujer sentada” o un “hombre sentado” según el género, y los conceptos abstractos con un “rollo de papiro”. Algunos signos tienen un significado simbólico y representan un único concepto, como por ejemplo, el “disco solar”, que suele representar el dios del sol. La disposición de los jeroglíficos depende de factores prácticos y estéticos, en función de los cuales pueden variar también el tamaño de los signos y su posición con respecto al resto. La escritura iba de izquierda a derecha o, con menor frecuencia, de derecha a izquierda, y también era posible la formación de columnas con los signos ordenados de arriba a abajo. El número, la forma y la ejecución tanto de los signos jeroglíficos como de los hieráticos fueron cambiando con el paso de los siglos. En el I milenio a.C. surgió un nuevo tipo de escritura que se conoce con el mismo nombre que la variante idiomática desarrollada en la misma época, el demótico. Se trata de un tipo de escritura simplificada que apenas guarda similitud alguna con la forma jeroglífica original.

La escritura egipcia antigua, que no es precisamente fácil de aprender, a simple vista permite hacerse una idea de su diversidad, del alto grado de abstracción que puede alcanzar la expresión lingüística y de la calidad de la literatura. La complejidad del sistema no impidió que se escribiera acerca de casi todas las cuestiones, de tal modo que los antiguos egipcios están más cerca de nosotros que los pueblos de otras culturas antiguas.

Durante la época grecorromana, el griego sustituyó gradualmente al egipcio como lengua administrativa, y la escritura griega fue adquiriendo poco a poco mayor importancia. Ésta se amplió posteriormente con varios signos y se empleó para escribir la última variante idiomática del egipcio que se conoce: el copto. Se trata de una lengua con varios dialectos, entre los que destaca el sahídico, que es la lengua literaria. La conquista del país por los árabes dio lugar a una profunda transformación, que tuvo como consecuencia la suplantación del egipcio por el árabe y la desaparición de la escritura copta.

“Arte y Arquitectura. Egipto”
Matthias Seidel & Regine Schulz

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